domingo, septiembre 28

Aviso para navegantas

Este post es un mensaje cifrado (bueno, no muy cifrado...más bien nada, pero quedaba bien ponerlo), que se autodestruirá el día señalado a la hora convenida.
El martes, día 30 de septiembre, a las 20:00 hora española, será colgada en este mensaje Marcela...o sea, la foto de Marcela, no ella misma. Eso sí, la foto desaparecerá del blog el mismo día, dos horas después, a las 22:00, hora española de la Península (joer, hay que decirlo todo, oye, que se me escapaban las canarias).
Quien la vea, que se atenga a las consecuencias, las autoridades sanitarias advierten que verla puede ser perjudicial para su salud.
Quien no la vea, que no se me queje, que hubiera llegado a tiempo. Os recuerdo (tendré que acordarme yo, que como se me olvide con el despiste que arrastro siempre): martes, 30 de septiembre de 2008, a las 20:00, hora española peninsular...una estrella nueva aparecerá en el firmamento, tachán, tachán... Joer, cuánta pijada a costa de la foto de m...., mira que me monto pelis.

Se acabó el exhibicionismo, se terminó la pasarela, Marcela vuelve al anonimato y enseña su otra cara, la que le ha quedado ahora que ya cumplió su promesa y pudo retirar la foto (en el fondo, Marcela es algo tímida, pero muy, muy, muy en el fondo). Os dejo con esta otra Marcela:


martes, septiembre 23

Día de boda

Este sábado pasado se casó una hermana mía; tengo más, pero ésta es muy especial porque es una buenísima persona, es de las hermanas que siempre estuvo cuando la hemos necesitado, la que nunca pensaba en ella antes que en las demás, la que ha cuidado de todas siempre, la que tenía su dinero a disposición de todas. Por eso, el resto de hermanas hemos querido que el día fuera lo más especial para ella, una especie de reconocimiento de todo lo que ha hecho por nosotras. Y salió genial, fue un día precioso, parecía que estuviera pedido de encargo porque hizo sol todo el día y había una luz muy especial, muy en consonancia con mi hermana.

Las bodas me horrorizan, pero ésta me encantó, éramos poca gente, la justa. Todo muy emotivo, porque en el corazón de todas las personas estaba mi madre, la gran ausente.

Y mi hermana que, físicamente, es igual que mi madre, nos recordaba de dónde venimos, cuál es nuestro origen y nuestra raíz. Y me sentí orgullosa de mi familia, de mis hermanas, de mi pobre padre que se pasó todo el tiempo ocultando las lágrimas, de mi sobrina que es una hermosa mujer en todos los sentidos, de mi sobrino que es un chico serio con el que me encanta reirme y...me sentí orgullosa de mi cuñado, porque es la pareja ideal para mi hermana, se han encontrado ya de mayores y han encajado a la perfección.

PD 1: yo estaba tan guapa, que al mirarme al espejo casi me "pido de salir" a mí misma.
PD2: del trabajo ya hablaré en otro post, porque lo estoy disfrutando a tope.


miércoles, septiembre 17

Los pajaritos cantan, las nubes se levantan

Todos los días suena el despertador, pero yo ya desperté un poco antes. Desayuno con proyectos revoloteando en la cabeza. Conduzco y lo semáforos se me ponen en verde antes de tener que parar. Hace sol y las mañanas son más luminosas que nunca. Llego al instituto y saludo sonriente. Me pongo a trabajar y me siento creativa y como en casa.
Y es que no hay nada como unos meses oscuros para celebrar ahora la claridad.
Y pasado mañana llega el alumnado, y será un precioso día de sol y luz.
Y os mando un beso a quienes me leéis y un kilo de buen rollo, que me sobra (el kilo y el rollo).

miércoles, septiembre 10

El gran día de la anestesista II

Allí estaba A., ya os he dicho que era grande, o que mis ojos dormidos la veía a través de una neblina, además de que era de noche y no llevé mis gafas, joer, qué fallo.
Sacó del refajo (no sé de dónde , pero a la altura del refajo, os acabo de decir que no llevaba las gafas, no puedo ser exacta) una minilibreta de hojas verdes, como las de las niñas pequeñas, con sus dibujitos y sus flores. Me hubiera resultado hasta tierna si no fuera por las miradas feroces que me echaba mientras yo sonreía como una estúpida (cuando tengo sueño se me queda una mueca que puede parecer una sonrisa).
Y levantando su boli a la par que su mirada, me dijo: - Mira, guapina, tamos durmiendo aquí desde el miércoles, así que ¿no pensarás llevar buenes entraes, no?
- No, no, he venido tarde para llevarlas malas -dije yo, asumiendo mi terrible culpa tan temprano.
- El 94, y vas que chutes, como mucho vas al gallineru y pues date con un cantu en los paletos.
Y me quedé mirando aquel 94.
Pero la suerte vino en forma de conserje de instituto, allí estaba P. que me vio y que me quiere mucho desde que curramos en el mismo centro: - Ven pacá, cariño, que esa A. ye muy fuina, téngote yo un numerín que vas flipar.
Y me dio el 64, como si hubiera dormido allí un par de noches.
- Pero que nun te vea A., que controla hasta que abren les taquilles ¿vale, vidina? -me dijo mi salvadora.
Y allí me veis un par de horas de camuflaje, haciendo como que tenía el 94, con cara de disgusto y tocando el 64 como una clave mágica.
Y llegó el momento de hacer cola y A. cogió el mando y se la vio gozosa con su poder y su libretita y ella iba diciendo número y nombre y la gente la obedecía. Y llegó al 64 y gritó: - 64, Beléeeeeen.
Y fui yo, no os podéis imaginar la cara que me puso, fue a decir algo, pero mi último recurso funcionó y en el momento crucial en que me iba a echar de la cola le volví a guiñar un ojo. Y esta vez sí, me funcionó y pasó de mí, ayyyy, qué mal momento pasé.
Y A. siguió siendo la dueña de la calle, y se estiraba ufana para ver su obra y mantenía a toda la gente dentro de su orden y fue feliz.
Y yo me quedé pensando: "Joer, con la memoria que tiene esta tía y anestesista en una ciudad pequeña, tarde o temprano te la encuentras en el quirófano, mejor llevarse bien, vaya que sí".
Mi día de cola estúpida y riesgo médico había acabado, conseguí unas entradas buenas y durante todo el año C. y yo disfrutaremos del teatro, pero C. nunca se imaginará lo que pasé ese día.



sábado, septiembre 6

Estupidieces o el gran día de la anestesista

Sí, estupidieces, es decir "estupideces de sobresaliente". Eso fue lo que pensé después de mi experiencia de hoy. Intentaré ser breve en el relato, aunque tiene tanta enjundia que no sé si haré dos capítulos.
Hoy, sábado, se ponían a la venta los abonos para el teatro en mi querida ciudad. He de indicar que en esta mini-ciudad tenemos un precioso teatro por el que pasan todas las obras que se pueden ver en Madrid. Lo malo es que es pequeño y sólo dan una función por obra.
Sabiendo lo anterior, yo que soy lista y madrugadora a partes iguales, puse el despertador para las cinco de la mañana, dispuesta a ser la primera de las de mi pueblo en tener sitio en la puerta (que, por cierto, abría a las nueve de la mañana).
Me dormí como siempre a la de ya, imaginándome las alabanzas de la amiga-compañera-yalgomásque me acompaña al teatro siempre cuando viera que somos las primeras de las de nuestra edad.
Me dormí, ya lo dije, pero es que me dormí del todo, vamos que a las cinco se debió de levantar alguien hoy, pero no fue Marcela. A las siete de la mañana, abrí un ojo para dar media vuelta en la cama y ¡¡¡Horror, qué tarde!!! A las siete y cuarto ya salía por la puerta en dirección a las taquillas.
Pensé que sería la quinta o sexta, a esas horas. Pero se me quedó la cara para atrás, cual niña del exorcista cuando al acercarme al teatro veo tiendas de campaña, colchonetas en los soportales, periódicos del miércoles pasado y un grupo grande de gente que me mira con ganas de degollarme. 
Casi me da un telele. Menos mal que me vio una conocida y, muy solícita, me dijo: - Pero, vidina, fía, qué hores son estes de venir a por entraes ¿tas tonta, oh? Ven, anda, que te llevo onde A. la anestesista, que ye la que manda en esto y te da númeru.
Y me llevó ante una A. grande, muy grande...o eso me pareció a mí que iba con la legaña puesta. Una A. que no es que entendiera, es que lo inventó ella. Y A. me miró fatal y peor me miró aún cuando yo, por camaradería lésbica y por ver si me enchufaba, le guiñé un ojo.
Y ahí, empezó lo que yo he llamado "El gran día de la anestesista", pero eso ya lo contaré en el segundo capítulo, que esto ya es muy largo.