Demanda de las mujeres del siglo XXI Nosotras, mujeres del siglo XXI representándonos a nosotras mismas y a nuestras antecesoras, formulamos demanda de juicio ordinario sobre la reclamación de daños, muertes y perjuicios derivados de los abusos a los que hemos sido sometidas durante siglos:
miércoles, noviembre 28
Demanda de las mujeres del siglo XXI Nosotras, mujeres del siglo XXI representándonos a nosotras mismas y a nuestras antecesoras, formulamos demanda de juicio ordinario sobre la reclamación de daños, muertes y perjuicios derivados de los abusos a los que hemos sido sometidas durante siglos:
lunes, noviembre 19
Pues sí, hermanas, hoy os quiero contar una parábola...ayyyyy, joer, que se me pegó el tono COPE al escribir la palabra parábola y no va por ahí el tema. Además, es imposible que vaya por ahí porque de pequeña, que fue cuando me obligaron a ir a misa, odiaba las parábolas y no siempre las entendía (casi nunca, más bien); de hecho, siempre pensé que el hijo pródigo tenía una jeta como un campanu, que después de fundirse las pelas de juerga vuelve a casa de papá a que lo cuiden. Vamos que yo elegía al pródigo y no al tonto el haba que se quedó currando para nada.
Pero no, que no era de eso de lo que quería escribir; os quería contar un "cuento" o parábola que leí el otro día y que me gustó como mujer, feminista y docente, o como feminista, mujer y docente o como...ya, ya, marcelilla, hija que te lías.
Hete aquí la parábola ya, al fin (escrita con todos los cambios que me da la gana, que para eso el blog es mío):
Estaba una vez una mujer paseando y vio que toda la playa estaba llena de estrellas de mar moribundas sobre la arena, las había traído una fuerte marea y no podían volver al agua. Al fijarse bien, vio cómo una joven estaba recogiendo una a una las estrellas y las lanzaba al mar para salvarlas. Se le acercó y le dijo: "¿Para qué haces eso? ¿no ves que es inútil tu labor con todas las que hay sobre la arena? No vale de nada lo que haces porque nunca lograrás salvar a todas". La chica joven se agachó, recogió otra estrella, la lanzó al agua con suavidad y, volviéndose a la mujer, le dijo: "A esa sí le sirvió".